El cementerio de las buenas intenciones.
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Autor: Pelayo Méndez.
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lunes, 15 de octubre de 2007

Viento

Regresé a Gijón para verla por última vez. La espié abandonando cabizbaja el bar donde acababa de dar su último concierto. Arrastrando su guitarra cuesta a bajo, camino de cualquier otro lugar, perseguida por la madrugada y el sonido de las gaviotas en el puerto. Vi su silueta perderse en la primera esquina que pudo encontrar, no fui tras ella. Era invierno.

Me alcanzó tras su partida la música del barrio viejo, el sonido del mar y la piedra. Me sentí como un extranjero que recorre por primera vez su nuevo hogar, perdido y con prisas aunque sin ningún lugar a donde ir. Me alcanzó la melodía de su guitarra cuando llenaba la casa, el vacío que creaba al dejar de tocar.

Congelado en mitad de la calle, traspasado por el viento helado del amanecer, recordé un tiempo en que ella y yo nos conocíamos, repasé en un segundo todos nuestros buenos momentos, peleé con mi conciencia hasta encontrar en la memoria algo de rencor. Satisfecho y orgulloso emprendí mi camino. Olvidé su rastro, cuesta abajo, camino de cualquier otro lugar y me perdí por la primera esquina que pude encontrar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

a veces, no sé como reaccionar ante lo que escribes. me gusta igual pero me desconcierta

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