El cementerio de las buenas intenciones.
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Autor: Pelayo Méndez.
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jueves, 13 de diciembre de 2007

Instituciones

Para Joan.

Está preciosa en su rincón de la cafetería, el local vacío y el sol filtrándose a través de los cristales en un único punto, donde ella está sentada. Siempre morena, en cualquier época del año, nunca sabes bien si es el sol el que la busca a ella o ella la que busca el sol. Cuando me siento frente a ella no aparta la vista del libro que está leyendo. Mi castigo por haber llegado media hora tarde, supongo que me lo merezco y enciendo un cigarrillo esperando a que el ritual termine y se decida a hablarme. Me gusta su camiseta, le sienta bien el verde.
- ¿Pensaba que igual no vendrías? - se acabo el castigo.
- ¿Por qué? - respondo haciéndome el despistado.
- No, porqué hace días que no te llamo e igual...
- No entiendo.
- Joder, si me entiendes. No seas crío. Pero quería explicarte porqué.
Esto va a ser divertido, pienso. El gran misterio de mis insomnios del último mes a punto de ser revelado.
- Verás... - titubea - lo que ocurre es que cuando nos vemos, no sé... tú hablas de muchas cosas y me explicas cosas que nunca he pensado y después necesito muchos días para pensar en ello y volver a organizarlo todo en mi cabeza. No sé como decirlo... me expandes.
Dios, pero que les hacen en la Facultad de filosofía. Bueno, no está tan mal. La semana pasada le desordenaba ahora "la expando"... podría ser peor. Expandir: extender, dilatar, ensanchar, difundir. No suena tan mal.
- Pero eso está bien ¿no?
Se queda callada. Mira un momento por la ventana meditando su respuesta.
- No, no está mal. A ver si me entiendes. No eres un vampiro energético.
Pues no, no te voy a entender. Vampiro seguro, otra noche sin dormir. Me entra curiosidad por saber entonces que tipo de vampiro soy, pero por suerte tengo un extraño momento de lucidez y consigo no arriesgarme a la respuesta.
- Pero... no te entiendo - oh, oh fallo, ha puesto mala cara.
- No me entiendes porque no me estás escuchando. Te lo acabo de explicar.
- ...
- Es fácil. Quiero decir que me transmites cosas. No me las quitas. Después de hablar contigo no estoy luego triste, tan sólo descolocada, pero me siento bien.
- Ya... - debe ser la resaca pero no consigo seguirla - y... ¿qué propones?
Sonríe orgullosa. ¡Bingo! creo que esta vez he acertado. Se trataba de eso. Tiene un plan. Rebusca en su bolso un momento y acaba sacando una agenda enorme a medio cerrar repleta de papeles. La abre sobre la mesa y pasa las páginas hasta encontrar el mes en que estamos. Entonces saca un bolígrafo de entre las páginas y lo destapa. Me apunta con él muy seria.
- He pensado que podemos institucionalizar un día para vernos.
No me lo puedo creer. Sonríe ¡Está encantada con la idea! Qué se supone que tengo que hacer ahora ¿Darle las gracias?
- Espera, espera... ¿lo estás diciendo en serio?
- ¡Claro! por ejemplo nos podemos ver los miércoles, bueno no porque tengo clase al día siguiente. Pero igual el jueves. Quedamos todos los jueves a las nueve, por lo menos este mes los tengo libres.
Y sin pensárselo dos veces comienza a anotar mi nombre en todos los jueves del mes. Que bien, ahora soy el chico de los jueves. Vamos ascendiendo. Estoy entre la clase de yoga y la lección de "Pensamiento racional contemporáneo" de los viernes. Me gustaría saber que más nombres hay en esa agenda. Porque pude que algunos jueves no me venga bien quedar y tal vez pueda intercambiar turno con Luis, con Javier o con quien sea.
- ¿Que pasa no te parece bien? - me he despistado, he debido de poner mala cara.
- No, no. No es eso, sólo pensaba bueno que estas cosas deberían ser un poco más... espontáneas.
- Pero así es más fácil - no le convence mi idea - ¿tú que propones?
¿Yo? Ahora soy yo el que tiene el problema.
- No sé, llámame tradicional pero... igual si me apetece verte te llamo y si te apetece verme me llamas y quedamos. Como en las películas vamos.
No puedo contener la risa.
- Ya, a ti todo te parece gracioso. No te lo estás tomando en serio.
- Perdona, lo siento.
- No, - responde enfurruñada, - nunca me entiendes - sentencia volviéndose hacia la ventana.
Tienes razón, pienso, no te entiendo. Lo más sensato sería levantarme e irme en este momento, lo sé. Pero me gustan tanto esos ojos enfadados que creo que al final aceptaré los jueves, más que nada porque es hoy y cabe la posibilidad de que mañana se le haya olvidado este plan. Además, le sienta tan bien el verde.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yeah!!! :-)

"Me gustan tanto esos ojos enfadados..."

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