Razones
El piso de N. queda un poco apartado del centro por eso no le visito muy a menudo. No le importa demasiado no recibir visitas. Es bastante solitario. N. está en la cocina preparando café. Me he sentado en el sofá de la sala y ojeo una revista de viajes. De pronto oigo un ruido en el dormitorio y pasos por el pasillo. Es extraño. N. vive sólo.
- ¿Hay alguien más en casa? - le pregunto cuando llega con las tazas y la cafetera.
N. no contesta. Se sienta un tanto abatido en el sofá. Sirvo el café.
- Verás... - comienza N. - ¿Te acuerdas de S.?
- ¿Tu exnovia? claro. La mujer invisible.
N. sonríe.
- Sí, esa. Pues ha vuelto.
N. calla y comienza a sorber el café como si fuera la situación más normal del mundo. Que yo sepa hacía más de dos años que no se hablaban.
- ¿Cómo que ha vuelto?
- Si. Se presentó ayer en casa con una maleta. Me dio un beso y se ha instalado en la habitación.
- Pero, hace mucho tiempo que no sabes nada de ella.
- Sí. Pero según S. nunca rompimos, solo nos distanciamos. Ella dice que es como si se hubiera ido de viaje.
- ¿Dos años?
- Ya, bueno, hay viajes muy largos ¿no?
En eso tiene razón. Trato de encontrar la siguiente pregunta. He de ser sutil.
- ¿Estás tonto o qué te pasa? Se largo sin decir nada.
N. aparta la vista hacia la ventana. La habitación está en penumbra, siempre está así, es un primer piso en el que apenas entra la luz. Al otro lado de la única ventana de la casa hay un muro de ladrillos y apenas puede verse un pedacito de cielo si uno se inclina lo suficiente.
- ¿Y ahora? - pregunto.
- Ahora nada. S. está trabajando en no sé que estudio y quiere escribir un libro. Este fin de semana igual subimos al pueblo a ver a sus padres.
Me quedo callado. No sé que decir.
- No tiene sentido ¿lo sabes?
N. se levanta y va hacia el aparato de música. Una melodía dulce ilumina la habitación lentamente. Cuando se vuelve me mira con una mueca burlona y encoge los hombros. En eso también tiene razón.
- ¿Hay alguien más en casa? - le pregunto cuando llega con las tazas y la cafetera.
N. no contesta. Se sienta un tanto abatido en el sofá. Sirvo el café.
- Verás... - comienza N. - ¿Te acuerdas de S.?
- ¿Tu exnovia? claro. La mujer invisible.
N. sonríe.
- Sí, esa. Pues ha vuelto.
N. calla y comienza a sorber el café como si fuera la situación más normal del mundo. Que yo sepa hacía más de dos años que no se hablaban.
- ¿Cómo que ha vuelto?
- Si. Se presentó ayer en casa con una maleta. Me dio un beso y se ha instalado en la habitación.
- Pero, hace mucho tiempo que no sabes nada de ella.
- Sí. Pero según S. nunca rompimos, solo nos distanciamos. Ella dice que es como si se hubiera ido de viaje.
- ¿Dos años?
- Ya, bueno, hay viajes muy largos ¿no?
En eso tiene razón. Trato de encontrar la siguiente pregunta. He de ser sutil.
- ¿Estás tonto o qué te pasa? Se largo sin decir nada.
N. aparta la vista hacia la ventana. La habitación está en penumbra, siempre está así, es un primer piso en el que apenas entra la luz. Al otro lado de la única ventana de la casa hay un muro de ladrillos y apenas puede verse un pedacito de cielo si uno se inclina lo suficiente.
- ¿Y ahora? - pregunto.
- Ahora nada. S. está trabajando en no sé que estudio y quiere escribir un libro. Este fin de semana igual subimos al pueblo a ver a sus padres.
Me quedo callado. No sé que decir.
- No tiene sentido ¿lo sabes?
N. se levanta y va hacia el aparato de música. Una melodía dulce ilumina la habitación lentamente. Cuando se vuelve me mira con una mueca burlona y encoge los hombros. En eso también tiene razón.
1 comentario:
-
Felicidades...
-
Publicar un comentario