El cementerio de las buenas intenciones.
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Autor: Pelayo Méndez.
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jueves, 24 de julio de 2008

El sueño de una noche de verano

Texto para la antología "A Midsummer Night's Dream"
99ejerciciosdeestilo nº2


Merodeo toda la tarde alrededor de la cafetería. El tiempo pasaba despacio. Aún faltaba una hora para la cita de las cinco cuando decidió entrar y sentarse en una de las mesas del fondo. Encargó un té con hielo. Hacía calor y el aire acondicionado del local resultaba reconfortante. Pidi0 al camarero un periódico para matar el tiempo y lo leyó sin prisa. Al tercer repaso a la sección de economía se dio por vencida. Eran casi las seis. Buscó en su agenda, comprobó el día y la hora de la cita, pero no habían cambiado. Dudó. No debía esperar más. Abrió de nuevo el diario por las páginas de espectáculos buscando la cartelera de cine. No conseguía decidirse por ninguna película. Volvió a mirar el reloj. No esperaría ni un minuto más.
Salió a la calle decidida a encontrar un cine cercano y entrar en cualquiera de las salas. Lo consiguió. Pagó una entrada para la sala uno. El taquillero le advirtió que la película había comenzado bastante tiempo atrás. Al acabar su turno comentaría a sus compañeros que aquella mujer parecía no escuchar cuando se le hablaba. Como si estuviera en trance. Ella se sentó en la última fila del cine. La pantalla estaba saturada de verdes y amarillos. Una mujer dormía en el suelo de un bosque. Un hombre se acercaba a ella y sostenía su cabeza entre sus manos. Ella abría los ojos y los clavaba en él. Después, más verdes y amarillos. Se encendieron las luces, la película había terminado. Ella no lo advirtió y se quedó allí sentada, contemplando la pantalla como si aún hubiera imágenes allí. Una mano en el hombro la trajo de vuelta. A su lado un hombre la observaba con curiosidad.
¿Estás bien? - preguntó Él.
Ella asintió y aceptó cuando Él se ofreció a acompañarla hasta la salida. Me llamo Titania, - dijo Ella en voz baja mientras caminaban. Él no pareció escucharla.
Se les veía contentos, como recordaba el taquillero unas semanas después... Como si se conocieran de toda la vida. Es extraño que hayan desaparecido.
El policía anotó esta última observación en su libreta. La cerró.
¿Quién sabe? Es una búsqueda rutinaria, - explicó el policía. - Tal vez sólo han huido de este bochorno. Hace demasiado calor. El verano está siendo un drama.
El taquillero no dijo nada. Se despidió cortésmente y volvió a su trabajo. Durante todo su turno una sonrisa se le dibujaba por momentos en los labios. Aquella noche tuvo este sueño.

1 comentario:

Guillermo N. A. dijo...

Mi repertorio es corto... se me terminan los adjetivos... de por sí pocas veces reflejan de manera aceptable lo que quisiera expresar... y si guardo un reverente silencio... no aparecería en los comentarios... de ahora en adelante(por lo menos hasta que se me ocurra otra cosa) me limitaré a aplaudir...

¡¡¡ CLAP, CLAP, CLAP... !!!

Saludos...

:: PALABRAS RECIENTES.