La Ciudad sin ti
Estos días vuelvo a tenerte cerca. He vuelto a La Ciudad que nos escondió para siempre. Ha pasado tanto tiempo. Aquel año parece un sueño. El otoño nos fue ajeno. El invierno intrigó, para que al entrar la primavera la duda existiera ya entre nosotros. Y al llegar el verano, asustados, encerramos nuestro amor en una pensión de barrio. Ahora, en la misma habitación donde estuvimos entonces, deshago las maletas. Sonrío al descubrir que aún sigue allí, en uno de sus cajones, un corazón pintado a lápiz con los nombres de dos extraños que dejaron entre estas paredes su historia y también sus fantasmas. Tumbado sobre la cama pienso en ellos, por no pensar en nosotros. Y dibujo un nuevo corazón con nuestros nombres junto al suyo, esta vez más pequeño y sin la flecha que ellos pusieron la primera vez, para que duela menos. La Ciudad ha cambiado, comienza a deshacerse. Cada mañana despierto sin ti, salgo a pasear, y contemplo el efecto de esas brujerías tuyas que hacen que todo lo que te ha visto una vez y no puede volver a contemplarte quiera hacerse invisible. Una ciudad entera, temblando ante la idea de no volverte a ver. En cada esquina que alcanzo La Ciudad pregunta por ti y yo le digo que volverás algún día. Ella se encoje de hombros, me cree a medias, y concede dejarme ver alguna calle por la que seguir paseando, encontrar el camino de la estación donde te despedí aquella última noche. Y aunque me ofrece trenes que parten hacia nuevos lugares me devuelve siempre a esta habitación vacía, a las noches pensándote, sin haber encontrado un día más la salida, de La Ciudad sin ti.
1 comentario:
No sé por qué en Lisboa, pasa siempre un poco eso.
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