Recetas
S. es médico. Trabaja en un hospital cerca de donde vivo. Nos vemos a menudo para comer. Me cuenta anécdotas del hospital. Son bastante interesantes. Sobretodo para unhipocondríaco como yo que trata de atrapar datos de como funciona un médico. Sobretodo a la luz de sus ojos castaños. Hoy está especialmente guapa. Bueno siempre pero hoy se lo comento. Hace como si no hubiera oído nada.
- Está mañana - me explica S. - ha venido un paciente. Un señor bastante mayor. Se ha sentado frente a mi tranquilamente y cuando le he preguntado qué le pasaba me ha dicho que tenía una temperatura de 37,7. Le pregunté entonces si le dolía la garganta. Me dijo que no. Si tenía mareos. Me dijo que no. Si tenía algún otro síntoma, en fin. Nada. ¿Entonces? le digo. Entonces nada me contesta él. Todas las mañanas me tomo la temperatura. Unos días tengo 37. 37,2. 36,9 y de pronto hoy 37,7.
- ¿Eso es malo? - pregunto.
- No tonto - responde S. - Es normal. Pues nada, le digo que está bien, que no se preocupe, que no pasa nada. Que aunque le suba la temperatura es normal. Que tendrá vivir con eso. Y el hombre se indigna y me pregunta que si no le voy a recetar algo.
- ¿Y que le diste?
S. sonríe. Me coge de la mano y me mira directamente a los ojos.
- Un bolígrafo - añade - para que siguiera apuntando. - ¿pedimos la cuenta?
Digo que si con la cabeza. Aviso al camarero mientras S. rebusca en su bolso. Espero que no sea para sacar un bolígrafo.
- Está mañana - me explica S. - ha venido un paciente. Un señor bastante mayor. Se ha sentado frente a mi tranquilamente y cuando le he preguntado qué le pasaba me ha dicho que tenía una temperatura de 37,7. Le pregunté entonces si le dolía la garganta. Me dijo que no. Si tenía mareos. Me dijo que no. Si tenía algún otro síntoma, en fin. Nada. ¿Entonces? le digo. Entonces nada me contesta él. Todas las mañanas me tomo la temperatura. Unos días tengo 37. 37,2. 36,9 y de pronto hoy 37,7.
- ¿Eso es malo? - pregunto.
- No tonto - responde S. - Es normal. Pues nada, le digo que está bien, que no se preocupe, que no pasa nada. Que aunque le suba la temperatura es normal. Que tendrá vivir con eso. Y el hombre se indigna y me pregunta que si no le voy a recetar algo.
- ¿Y que le diste?
S. sonríe. Me coge de la mano y me mira directamente a los ojos.
- Un bolígrafo - añade - para que siguiera apuntando. - ¿pedimos la cuenta?
Digo que si con la cabeza. Aviso al camarero mientras S. rebusca en su bolso. Espero que no sea para sacar un bolígrafo.
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