B.
[ Imaginando la cara oculta de un relato de A. Espada ]
Mis paseos por la ciudad no me han conducido hasta el mar desde hace años. No ha sido una elección consciente. Simplemente ha sucedido. Mientras me siento en la arena de la playa pienso en B. La conocí en este mismo lugar, un día vacío y sencillo, como ella describía los días que la acercaban al mar. Nuestros pasos se cruzaron muchas veces por aquel entonces. La reconocía de inmediato en la distancia del paseo marítimo, su abrigo verde, su pelo cano, un andar cansado y sin prisa, propio de una mujer que ha llegado a su destino. Nos saludamos en varias ocasiones al cruzarnos pero siempre sin palabras, hasta que una tarde se sentó a mi lado en la arena. Intercambiamos nuestras vidas. Yo acababa de llegar a la ciudad. Desde el norte, le conté. Encantada con mi procedencia recordó para mí a un hombre que solía visitarla cuando estaba de paso en la ciudad. Él le hablaba del cielo del norte, de la lluvia, de dejar su trabajo y pasar tiempo juntos, de cambiar. Después de algunos años las visitas terminaron pero sus palabras siguieron llegándole en forma de promesas escritas en cartas. Fueron como vuestra lluvia - me contó B. un poco triste - cada vez más finas y dispersas, hasta que desaparecieron. Después B. guardó silencio. Le pregunté dónde estaba él ahora. Ella esbozó una leve sonrisa, y levantándose para irse contestó que probablemente se lo había llevado el mar. Sentado en la arena recuerdo el momento en que conocí a B. La busco con la mirada en la playa pero no aparece. B. tenía razón, el día es vacío y sencillo. Pierdo la vista en el mar. Me pregunto si también se la habrá llevado a ella.
3 comentarios:
...s el tiempo enq llegamos en el q la vida nos da i ala vz nos kita..
komo las olas .. akellas q traen i llevan lagrimas i dolor .. ala vz traen sueños q son borradas x ellas...
bueno ste s mi maldito blog...
http://lnfernalia.blogspot.com/
nos vemos...in the hell
Un relato lleno de tristeza...
El mar
se lo lleva todo...
hasta a nosotros mismos
y nos quedamos vacíos,
estupefactos,
contemplando el oleaje
como una caracola,
con el sónido del mar
endido en nuestra boca
abierta y sálobre.
Publicar un comentario