Dos gaviotas
En la radio del taxi suena Julio Iglesias. "Hay quien te hablará de un mundo mejor... Yo sólo te hable de todo mi amor..." La, la, la. El taxista me pregunta si está bien la música, o prefiero que la cambie. "Y de nuevo a caminar... olvidando aquel error..." Dios mío.
- No, es perfecta - contesto.
La noche sigue su curso tras las ventanillas del coche. Las calles están abarrotadas de gente con flores rojas y blancas. Se celebra el día del libro en la ciudad y es costumbre regalar una rosa a la persona amada para celebrarlo.
- ¿Qué, de retirada? - pregunta el taxista mientras Julio nos obsequia con otro de sus análisis freudianos de la realidad por los altavoces: "Si el amor llama a tu puerta... que la encuentre siempre abierta..."
- Si - respondo - estoy cansado, ya toca retirarse.
- ¡Huy! - increpa el taxista poco convencido ¿No va bien la cosa, eh?
- ¿Cómo?
- Que es muy temprano para irse para casa, quiero decir, no debe ir bien.
Genial. ¿qué ha pasado con los taxistas que hablaban sólo de fútbol?
- No... no va bien - respondo dudando.
- Bueno, no se preocupe - me anima el hombre - Mi abuelo solía decir que cuando se cierra una puerta se abre una ventana.
Pienso un momento en la frase. No me parece muy alentadora.
- ¿Para saltar por ella? - pregunto.
El taxista se queda callado. "Confieso que a veces soy cuerdo y a veces loco, y amo así la vida y tomo de todo un poco..." se arranca Julio de nuevo. Lo que nos faltaba pero el taxista baja de golpe el volúmen de la radio.
- No, no para saltar por ella - me aclara - Se refiere a que si se cierra una salida siempre encuentras otra. Siempre hay alguna salida. Tienes que pensar en eso. Te voy a poner una canción que me encanta - amenaza mientras empieza a trastear con las pistas del cd.
El taxi se detiene en un semáforo, junto a la Plaza de toros mientas escuchamos, uno tras otro, silencios y comienzos de canciones del Iglesias en busca del temazo. Me acurruco en el asiento y espero temblando la nueva puñalada lírica que se me viene encima.
- Aquí está - dice el taxista... La vida es así, como en esta canción...
Genial, pienso. Aquí vamos.
"Llegar a la meta cuesta... te cuesta tanto llegar... y cuando ya estás en ella, mantenerte cuesta más..." Escucho atentamente a Julio tratando de conservar la autoestima, aunque el entorno se ha vuelto demasiado hostil. "La gente tira a matar... cuando volamos muy bajo... Amigo aproveche el viento... mientras sople a tu favor... que el aire te lleve lejos, cuanto más lejos mejor..." Cantan Julio y el taxista a dúo.
- ¿La gente tira a matar? - increpo al taxista tratando de detener el concierto.
- Si, responde muy convencido. La gente tira a matar cuando volamos muy bajo. Pero si vuelas muy alto también, te agarran y tratan de bajarte para abajo. Por eso hay que ser gaviota. Las gaviotas vuelan justo en la altura correcta - explica quitando una mano del volante y haciéndola flotar en el aire - Hay que ser siempre gaviota, amigo - sentencia.
El taxi se detiene en una calle cercana a mi casa. Pago la carrera y bajo del taxi. La voz de Julio se extiende ahora por la calle silenciosa llevada por el viento.
- Buenas noches - se despide el taxista - Y no se preocupe, todo se arreglará. Vuele alto amigo.
Ya... acierto a balbucear mientras observo como se aleja y comienzo a subir la calle con la cabeza llena de dudas. La acera está repleta de pétalos de rosa. Camino entre ellos tratando de no pisarlos. Me sorprendo pensando con cierto desprecio en lo contento que estaba antes de subir al taxi. Volando cada vez más bajo. Un poco triste y con ganas de saber como terminaba la canción.
- No, es perfecta - contesto.
La noche sigue su curso tras las ventanillas del coche. Las calles están abarrotadas de gente con flores rojas y blancas. Se celebra el día del libro en la ciudad y es costumbre regalar una rosa a la persona amada para celebrarlo.
- ¿Qué, de retirada? - pregunta el taxista mientras Julio nos obsequia con otro de sus análisis freudianos de la realidad por los altavoces: "Si el amor llama a tu puerta... que la encuentre siempre abierta..."
- Si - respondo - estoy cansado, ya toca retirarse.
- ¡Huy! - increpa el taxista poco convencido ¿No va bien la cosa, eh?
- ¿Cómo?
- Que es muy temprano para irse para casa, quiero decir, no debe ir bien.
Genial. ¿qué ha pasado con los taxistas que hablaban sólo de fútbol?
- No... no va bien - respondo dudando.
- Bueno, no se preocupe - me anima el hombre - Mi abuelo solía decir que cuando se cierra una puerta se abre una ventana.
Pienso un momento en la frase. No me parece muy alentadora.
- ¿Para saltar por ella? - pregunto.
El taxista se queda callado. "Confieso que a veces soy cuerdo y a veces loco, y amo así la vida y tomo de todo un poco..." se arranca Julio de nuevo. Lo que nos faltaba pero el taxista baja de golpe el volúmen de la radio.
- No, no para saltar por ella - me aclara - Se refiere a que si se cierra una salida siempre encuentras otra. Siempre hay alguna salida. Tienes que pensar en eso. Te voy a poner una canción que me encanta - amenaza mientras empieza a trastear con las pistas del cd.
El taxi se detiene en un semáforo, junto a la Plaza de toros mientas escuchamos, uno tras otro, silencios y comienzos de canciones del Iglesias en busca del temazo. Me acurruco en el asiento y espero temblando la nueva puñalada lírica que se me viene encima.
- Aquí está - dice el taxista... La vida es así, como en esta canción...
Genial, pienso. Aquí vamos.
"Llegar a la meta cuesta... te cuesta tanto llegar... y cuando ya estás en ella, mantenerte cuesta más..." Escucho atentamente a Julio tratando de conservar la autoestima, aunque el entorno se ha vuelto demasiado hostil. "La gente tira a matar... cuando volamos muy bajo... Amigo aproveche el viento... mientras sople a tu favor... que el aire te lleve lejos, cuanto más lejos mejor..." Cantan Julio y el taxista a dúo.
- ¿La gente tira a matar? - increpo al taxista tratando de detener el concierto.
- Si, responde muy convencido. La gente tira a matar cuando volamos muy bajo. Pero si vuelas muy alto también, te agarran y tratan de bajarte para abajo. Por eso hay que ser gaviota. Las gaviotas vuelan justo en la altura correcta - explica quitando una mano del volante y haciéndola flotar en el aire - Hay que ser siempre gaviota, amigo - sentencia.
El taxi se detiene en una calle cercana a mi casa. Pago la carrera y bajo del taxi. La voz de Julio se extiende ahora por la calle silenciosa llevada por el viento.
- Buenas noches - se despide el taxista - Y no se preocupe, todo se arreglará. Vuele alto amigo.
Ya... acierto a balbucear mientras observo como se aleja y comienzo a subir la calle con la cabeza llena de dudas. La acera está repleta de pétalos de rosa. Camino entre ellos tratando de no pisarlos. Me sorprendo pensando con cierto desprecio en lo contento que estaba antes de subir al taxi. Volando cada vez más bajo. Un poco triste y con ganas de saber como terminaba la canción.
5 comentarios:
A veces cuando (te cito,con tu permiso) "las tuercas de la vida aprietan y nos encontramos deseando aquello que fingimos no desear" cuando,quizá,fingimos estar a gusto volando cada vez más bajo,adaptados,conformados con la monótona inercia que nos lleva a un vuelo cada vez más rasante,puede venir un pildorazo musical que nos sacuda el ánimo y nos haga despreciar lo que hace tan solo un momento nos parecía un estado perfecto.
Cuando de vuelta a casa te sientes caminando entre pétalos de rosa y procuras no pisarlos,no sé si estás volando alto,no sé tan siquiera si quieres volar o no,lo que es seguro es que alas tienes.
La gente "tira a matar"... eso no es novedad... lo que incomoda es cuando "tira a vivir"...
Saludos P...
No había visto nunca la posibilidad por la ventana que se abre... ahora todo me cuadra.
Si es que a veces hasta subirse a un taxi puede ser la peor idea del mundo.
O la mejor.
Esperaremos a ver si toca puerta o ventana.
Beso!
¿por qué la has borrado? ya la había leído
Ahora entiendo. Muy bueno. C
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