El cementerio de las buenas intenciones.
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Autor: Pelayo Méndez.
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domingo, 25 de julio de 2010

Jeanne Duval



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En 1841 Baudelaire se embarca en el que será el único viaje de su vida. No era un acto voluntario, fue impuesto por su padre como castigo al escándalo que la vida bohemia del artista estaba proyectando sobre la familia. Baudelaire parte rumbo a Calcuta pero no alcanza a completar la travesía, en el archipielago de La Reunión convence al capitán del barco para que le permita volver a Francia en otro navio. Es durante este viaje cuando escribe los proféticos versos de “A una dama criolla”.


En el país perfumado que el sol acaricia,
Yo he conocido, bajo un dosel de árboles empurpurados
Y palmeras de las que llueve sobre los ojos la pereza,
A una dama criolla de encantos ignorados.

Su tez es pálida; la morena encantadora
Tiene en el cuello un noble amaneramiento;
Alta y esbelta, al marchar como una cazadora,
Su sonrisa es tranquila y sus ojos arrogantes.

"A una dama criolla", Baudelaire.


De regreso a sus costumbres parisinas conoce a Jeanne Duval, una actriz mulata de origen haitiano con la que mantendrá una relación problemática durante veinte años. La belleza exótica de Jeanne conecta con la animalidad femenina presente en la poesía que Baudelaire. Jeanne era una persona con un caracter sencillo, ausente de complejidad, conflictiva y exuberante, un perfil que generaba en el poeta un sentimiento ambivalente de amor y odio.


Tú que, como una cuchillada;
Entraste en mi dolorido corazón.
Tú que, como un repugnante tropel
De demonios, viniste loca y adornada,

Para hacer de mi espíritu humillado
Tu lecho y tu dominio.
¡Infame!, a quien estoy ligado
Como el forzado a su cadena,

El vampiro, Baudelaire. (Traducción de María Fasce)


La atracción de Baudelaire por su “venus negra”, emblema nocturno de la mujer inquietante y perturbadora, entraba en conflicto con la falta de interés intelectual. Baudelaire escribe entonces sobre la idiotez, en un proceso de autoafirmación, de elevación de la musa, la idiotez como conservadora de la belleza, como cosmético divino de las arrugas. El sexo en la poesía de Baudelaire es un método de acceso a la desnudez del alma. Pero también es el momento en el que el dandy se libera del atuendo estrafalario con el que se distingue frente la multitud. Se desnuda ante los ojos de otro ser humano.


¡Es de artistas fijar los minutos del gozo
remirando el ayer sumido en tus rodillas!
¿A qué vano buscar encanto langoroso,
de tu cuerpo y tu alma sino en las maravillas?
Es de artistas fijar los minutos del gozo.

El balcón, Baudelaire. (Trad. Carlos López Narváez)


El sexo es una vía de acceso al paraiso artificial de la poesía pero también es el momento en que se vuelve vulnerable, el diabolique accident donde nace la muerte. En 1845 Baudelaire intentara sucidarse, en la carta donde explica sus motivos hace también testamento en su favor Jeanne legándole sus bienes y reconociéndola como su único consuelo y el amor de su vida. Es una tentativa de suicidio más bien teatral, el poeta se produce cortes en varias partes de su cuerpo sin lograr acabar con su vida. La sífilis, que había contraido con apenas veinte años y que le acompañara problematicamente a lo largo de su vida hasta acabar con ella, ha comenzado a entorpecerle. Jeanne también está contagiada.


_Y, por tanto, tú eres parecida a esta porquería,

a esta horrible infección, 
estrella de mis ojos, sol de mi naturaleza,

tú, mi ángel y mi pasión.

¡Sí! tal serás, oh, reina de las gracias, 

despues de los últimos sacramentos,

cuando irás bajo la hierba y las floraciones grasas,

a enmohecer entre las osamentas.

Entonces, ¡oh, mi belleza! dile al gusano

que te comerá a besos,

que he guardado la forma y la esencia divina
de mis amores descompuestos.

“A una carroña”, Baudelaire.


En 1859 Jeanne sufre una hemiplejia en el lado izquierdo de su cuerpo y es ingresada en hospital del hospicio de Dubois. Es durante está convalecencia cuando Manet, amigo de Baudelaire, acude al hospital para retratarla. Por aquel entonces Jeanne se estaba quedando ciega. El cuadro de Manet lejos de reflejar la voluptuosidad, el exotismo o la belleza de los dibujos y escritos de Baudelaire, muestra el aspecto más triste de la enfermedad, el lado izquierdo paralizado del cuerpo de Jeanne representado por la pierna inmóvil que queda al descubierto. Es una imágen que transmite una decadencia física similar a la de los últimos poemas de Las flores del mal.


Te adoro cuando de tu frente

acaba de huir la alegría,
cuando tu alma se torna sombría,
porque se cierne en tu presente
la negra nube de algún día...

“Madrigal triste”, Baudelaire. (Trad. Ángel Lázaro)


En algunos textos Jeanne muere de sifilís el mismo año en que el retrato fue pintado, en otros sobrevive a Baudelaire, queda aún una última imágen, un testimonio verbal atribuido a Nadar, retratista fotográfico de personajes ilustres de la época entre ellos Baudelaire. En ella, dos años después de la muerte del poeta, el fantasma de una mujer mulata se arrastra con muletas por las calles de París.



Si fueras, Señora, al verdadero país de la gloria,
Sobre las riberas del Sena o del verde Loire,
Beldad digna de ornar las antiguas moradas,

Harías, en el recogimiento umbríos refugios,
Germinar mil sonetos en los corazones de los poetas
Que tus grandes ojos someterían más esclavos que tus negros.

“A una dama criolla”, Baudelaire.


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