El cementerio de las buenas intenciones.
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Autor: Pelayo Méndez.
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martes, 6 de mayo de 2008

Pan y circo

El bar está equipado con dos enormes pantallas de televisión. Vengo aquí casi todos los días a desayunar pero nunca las había visto. Hoy es inevitable fijarse en ellas, es domingo y hay fútbol. El libro que traía para leer durante la cena no va a servir, mientras apuro una cerveza y espero mi bocadillo no me queda más remedio que seguir el partido. Según el locutor, ambos equipos se juegan el todo por el todo. El Real Madrid trata de ganar la liga mientras que el Osasuna intenta no descender de categoría. El marcador señala un empate a cero y tan sólo faltan quince minutos para el final. El ambiente en el local está bastante alterado, según oigo comentar el Madrid tiene algún jugador menos en el campo. En la mesa más próxima dos chavales con la camiseta del Osasuna sufren con cada jugada, su equipo está a punto de marcar en un par de ocasiones pero no parecen muy efectivos. De pronto el arbitro señala un penalty y la barra del bar estalla en protestas a mi espalda por lo que supongo que ahí está el sector madridista. Uno de los chicos del Osasuna se vuelve hacia la barra y les dedica un amigable corte de manga después me mira, le hago un gesto señalando la mesa, indicándole que sólo he venido a cenar pero creo que no me ha entendido porque me lanza otro corte de manga y vuelve a sentarse con la mirada fija en mi y la cara enrojecida. En la pantalla un jugador del Osasuna "ejecuta la pena máxima". Es gol. El chaval se vuelve de nuevo hacía mi y me espeta "Veees", no sé que decirle, sonrío, no le ha gustado pués se vuelve hacia su compañero le comenta; "Madridista de mierda" ¿Dónde demonios estará mi bocadillo? Termino la cerveza y me voy hacia la barra para ver si consigo la atención del camarero, pero nada, está ensimismado con la pantalla y la "emocionantísima segunda parte". Se produce otro estruendo en el bar, el Madrid acaba de marcar. La barra lo celebra con efusividad, dan saltos y se abrazan. Yo sólo quiero mi bocadillo. El hombre que está justo a mi lado se vuelve con intención de abrazarme pero al ver mi cara de decepción me lanza una sonrisa burlona. "Sirve a este del Barcelona", le dice al camarero. La barra rompe a reír y me lanzan un par de comentarios que no entiendo muy bien sobre jugadores del Barcelona y travesties. El camarero, con su reluciente camisa blanca del Madrid me tiende el bocadillo sin mucha gana y me suelta "esto si que son jugadores" Hago una mueca y me voy a mi sitio. Mejor no explicar nada. Cuando vuelvo a sentarme el chaval del Osasuna me mira con cara de pocos amigos. Intento poner un gesto agradable y le señalo el bocadillo pero como veo que lo estoy empeorando regreso a la pantalla. El Madrid vuelve a marcar. El chaval del Osasuna se tira de los pelos. Recibo un par de toques en la espalda de mi antiguo vecino de barra a modo de chanza y gracias al gesto lo que quedaba de la cerveza se derrama por mi camisa, como remate me deleita también con la especialidad de la casa en forma de corte de manga. En serio sólo quiero comer algo. Trato de volver a mi cena pero en ese momento los chicos del Osasuna que acaban de levantarse pasan a mi lado y mientras insultan a los de la barra no se olvidan de darle una patada a mi mesa como regalo de despedida. Estupendo, ahí va mi bocadillo rumbo al suelo. Se acabó la cena. El Madrid gana la liga mientras trato de limpiarme las manchas de la camisa con una servilleta. Tengo que buscarme un equipo. Al menos el libro sigue intacto sobre la mesa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy guapo, ya sabes, elige un equipo, elige un trabajo, comprate una tele que te cagas...Salud, J.

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