La ciudad y los gatos
nacer en la ciudad de los gatos
aprender a ser pardo mientras creces
a escabullirse de noche por las ventanas
sin ser visto
caminar en silencio
vagabundear desorientado por calles, sin llamar la atención
más que de algún otro gato que también está perdido
aprender de la luna a cada paso
que a veces no hay diferencia entre cariños y arañazos
como gato
tener pasado de dios y ser amigo de las brujas
desarrollar las neurosis como mero pasatiempo
y cuando oscurezca el sol
poder encontrar el camino de vuelta
para colarme en tú alcoba sigiloso
y hacerme un hueco entre tus sábanas
donde morir de curiosidad
aprender a ser pardo mientras creces
a escabullirse de noche por las ventanas
sin ser visto
caminar en silencio
vagabundear desorientado por calles, sin llamar la atención
más que de algún otro gato que también está perdido
aprender de la luna a cada paso
que a veces no hay diferencia entre cariños y arañazos
como gato
tener pasado de dios y ser amigo de las brujas
desarrollar las neurosis como mero pasatiempo
y cuando oscurezca el sol
poder encontrar el camino de vuelta
para colarme en tú alcoba sigiloso
y hacerme un hueco entre tus sábanas
donde morir de curiosidad
3 comentarios:
Me parece que voy a convertirme en una asidua lectora de este espacio lleno de sensibilidad.
Un saludo.
ahora entiendo porque los gatos andan siempre medio agachados, como si llevaran un peso demasiado grande sobre sus frágiles espaldas.
Procuraré no adoptar la misma postura: la mirada ya la tengo (o eso dicen).
Un abrazo (de vuelta tras mis vacaciones estivales)
creo que toda mi vida he sido un gato y nunca me había dado cuenta hasta ahora...
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