A fin de cuentas...
Para L.
L. me habla de una mujer que ha conocido esta tarde. Entró en la tienda donde ella trabaja cuando no había ningún otro cliente. Hablaba un inglés con acento alemán bastante forzado. Al parecer estaba de visita en la ciudad y le acababan de robar su equipaje. Había conseguido hablar con su marido y al día siguiente le enviarían algo de dinero. Se hospedaba en un hotel no muy lejos de la tienda y necesitaba que alguien le prestara algunas monedas para pasar el día. No mucho. Sólo para comer algo. L. me cuenta que le prestó a la mujer diez monedas y estuvo charlando con ella un buen rato. Era muy agradable. Me pregunta si ha hecho bien. Si pienso que volverá con el dinero. Le digo que sí, que seguro que lo hará y que si no lo hace es porque habrá pedido a demasiada gente, pero es bueno que la haya ayudado. Y pienso en la mujer que me abordó en el metro la semana pasada. Hablaba un inglés con acento alemán bastante forzado. Le habían robado y necesitaba algo de dinero. Creo que yo le presté veinte.
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