El cementerio de las buenas intenciones.
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Autor: Pelayo Méndez.
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lunes, 22 de septiembre de 2008

Nada grave

Me encuentro a J. en la calle. Lleva en la mano una correa de perro y camina pensativo, con la mirada baja. Me acerco a él. Le saludo. Hace tiempo que no nos vemos. Se ha enfadado con su mujer. Siempre están igual. Nada grave. Me cuenta que está cansado de su trabajo, de su vida. Como todos. Nada grave. Le gustaría hacer algo diferente. Lleva tantos años trabajando en la misma empresa. Le aburre el trabajo de oficina. Es monótono, dice. Me habla del partido de ayer pero no puedo ayudarle. No veo casi nunca el fútbol. Así que nos quedamos callados y camino a su lado durante un rato. De pronto nos detenemos frente a un portal. Vivo aquí me informa J. Otea la calle y comienza a mirar la correa de perro un tanto preocupado. Se lleva una mano a la cabeza.
- ¿Qué ocurre? - le pregunto.
- El perro - dice J. Giro sobre mi mismo y lo busco en la calle pero no veo ningún perro.
- ¿Lo has perdido?
J. sonríe.
- No, no te preocupes. Me acabo de dar cuenta que me lo he olvidado en casa.
Nada grave.

1 comentario:

Guillermo N. A. dijo...

Lo dicho...
Trágicamente delicioso...
Gracias...

Saludos...

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