El cementerio de las buenas intenciones.
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Autor: Pelayo Méndez.
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jueves, 12 de julio de 2007

Eurídice

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En la mitología griega Eurídice era una ninfa del bosque que habitaba en la región de Tracia. El único amor de Orfeo, hijo de Apolo y de la musa Calíope, heredero por tanto del don de la poesía y de la música. Su mito conjunto cuenta como Eurídice muere al ser mordida por una serpiente y debe emprender el camino del Hades, el infierno griego. Después de derramar los más tristes versos en su honor Orfeo decide recorrer el camino del inframundo para liberar a su amada. Tras superar grandes peligros gracias a su lira el dios Hades y su esposa Perséfone acceden a devolverle a su amada con una condición; debe llevarla consigo de vuelta a la superficie, mientras recita y toca su lira para alejar a los demonios, pero no puede volver la mirada hacia su amada hasta que su cuerpo esté cubierto por completo con los rayos del sol o la perderá para siempre.

Los detalles finales del mito varían según las versiones, pero en todas las que se conocen Orfeo no consigue su objetivo. Podemos inventar una Eurídice trastornada que increpa a su amante: “¿Por qué no me miras? ¿Ya no me quieres?”, aceptar un despiste de última hora por culpa del ansia y un talón que aún se mantiene entre las sombras, la inseguridad del poeta por necesitar comprobar si ella aún le sigue... Orfeo se vuelve hacia su musa y Eurídice se desvanece en el aire, se convierte en sombra.

La perdida de Eurídice destroza el corazón de Orfeo quien en su desvarío termina encontrando la muerte sumido en una completa devoción a la memoria de su amada. No es una historia triste. Para el canto de Orfeo volver la mirada hacia Eurídice era necesario.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre me atrajo este mito, siempre me gustó leerlo, escucharlo o verlo representado en el teatro Romano de Mérida. Gracias por devolvérmelo esta noche.Tienes razón no es una historia triste.

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