L.
Desnuda sobre la cama
mueve los pies
al ritmo de la música.
Le gusta escuchar a Jacques Dutronc
después de hacer el amor.
Besa el aire en los estribillos,
me mira de reojo cuando algún verso
le recuerda a nosotros.
En esta habitación de paredes blancas,
sin atreverme a tocarla,
masco sus ojos entre palabras triviales,
paladeo con calma el sabor a sal
de nuestra isla ajena al tiempo,
donde las canciones confunden, torpemente,
el amor y la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario